Redadas para inmigrantes y silencio para ricos

Cliffs of Aquinnah The famous clay cliffs of Aquinas, Martha's Vineyard. Martha's Vineyard Stock Photo
Martha's Vineyard
 

El martes 27 de mayo, el ICE arrestó a 40 personas en Martha's Vineyard, una de las islas más ricas de Estados Unidos, localizada en el estado de Massachusetts. Los reportajes periodísticos describieron un creciente temor entre la comunidad inmigrante de la isla.

Sin embargo, la cobertura omitió una pregunta crucial: ¿Por qué se llevaron a los inmigrantes mientras que quienes los facilitaron permanecen intactos en sus mansiones? Eso es algo de lo que nadie habla, independientemente del partido político.

¿Cómo llegaron esos inmigrantes a Martha's Vineyard en primer lugar? ¿Quién les dio trabajo? ¿Quién les alquiló viviendas en uno de los mercados inmobiliarios más caros del país? ¿Qué salarios recibieron? Y si algunos de ellos estaban presuntamente involucrados en la distribución de drogas, como afirma el gobierno, ¿quién las compró?

El ICE no allanó clubes de campo. Tampoco visitó a dueños de propiedades de lujo, ni a empleadores que dependen de la mano de obra inmigrante para trabajos de jardinería, limpieza, construcción o cuidado.

Desafortunadamente, este no es un fenómeno nuevo. Tanto demócratas como republicanos han construido una economía que depende de mano de obra barata y vulnerable. Los trabajadores indocumentados son fáciles de contratar y más fáciles de amenazar. Son esenciales y desechables.

Algunos residentes ingenuos del estado aún podrían creer que este tipo de redadas solo se dirigen a personas con antecedentes penales. Sin embargo, como reveló el ICE el 2 de junio, más del 40% de los casi 1500 arrestos durante un operativo de un mes fueron personas sin antecedentes penales. Entonces, ¿quiénes son los objetivos? ¿Y quiénes están siendo protegidos?

La gobernadora de Massachusetts, Maura Healey, niega que el estado sea una "jurisdicción santuario", pero la ley estatal prohíbe a las fuerzas locales del orden cooperar con el ICE, excepto en casos limitados. Entonces, ¿qué es eso?

Seamos honestos: las políticas santuario no se basan en la compasión. Existen por conveniencia económica, protegiendo el flujo de mano de obra barata de la que dependen discretamente las industrias locales, a la vez que dan a los funcionarios estatales y municipales la excusa política para parecer humanos.

Los puertorriqueños fueron en su día la fuerza laboral más barata y pobre de Massachusetts, especialmente entre las décadas de 1940 y 1970. Realizaban los trabajos más exigentes por los salarios más bajos. Cuando la economía cambió, el estado los dejó atrás, sin otra opción de ascenso social que quedarse en ciudades de empobrecidas en un estado tan caro.

Hoy en día, los inmigrantes son los nuevos puertorriqueños, solo que sin estatus legal. El estado continúa con el mismo modelo: depender de la mano de obra vulnerable para luego ignorarlos cuando el sistema destruye a esa clase desventajada que mantiene en funcionamiento la economía.

Si Donald Trump continúa impulsando su agenda antiinmigrante con la misma fuerza que ya vemos, la economía de Massachusetts sufrirá gravemente. Este estado ha apostado por los residentes nacidos en el extranjero para compensar la pérdida de población.

La gente ha estado abandonando Massachusetts para buscar estados con costos más bajos y mejor clima, y los inmigrantes han ayudado a llenar el vacío resultante. Sin ellos, la fuerza laboral se reducirá, las industrias se estancarán y las consecuencias a largo plazo se extenderán a todo, desde el cuidado de ancianos hasta la construcción.

El clima político actual es el momento ideal para que Massachusetts enfrente el altísimo costo de vida y la desigualdad social que lo acompaña. Durante demasiado tiempo, el estado ha optado por mitigar la desigualdad con migajas de asistencia social en lugar de abordar las causas fundamentales del problema.

Este enfoque ha mantenido a los mismos intereses adinerados en control del poder económico, evitando cualquier conversación seria sobre oportunidades justas. Cuando la fuerza laboral inmigrante, de la que el estado siempre ha dependido, comience a desaparecer, ningún estatus simbólico de santuario será suficiente.

La pregunta es si Massachusetts finalmente actuará o continuará escondiéndose tras su imagen progresista mientras sus cimientos se desmoronan.

Sí, soy ciudadano estadounidense por nacimiento, pero la ciudadanía no me borra la sangre que me corre por las venas. No me olvido de dónde vengo ni a quiénes se criminaliza para sostener este sistema. Y en este momento de leyes que castigan al débil y protegen al poderoso, lo único que tengo claro es que no me voy a callar.

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