
Maripily usó mal la palabra “convicto” y un extranjero la corrigió en las redes. ¿Y qué esperaba, una clase de filología? Puerto Rico no es la isla del español correcto, sino la isla del balbuceo. Una isla donde hablar mal no es una falla, sino un símbolo de pertenencia.
Se trata de una modelo y personalidad televisiva puertorriqueña, ampliamente conocida no por su dicción ni selección de vocabulario, sino por su voluptuosa figura, especialmente sus grandes pechos. La precisión lingüística nunca fue su sello distintivo. Construyó su carrera a partir del espectáculo, no de la sintaxis.
Bueno, hasta me dicen que sueno a cubano por pronunciar bien las erres. Tal vez mi español refleja más mi experiencia migratoria fuera de la burbuja puertorriqueña en el continente que Cuba. En Puerto Rico, hablar con un español articulado es sinónimo de arrogancia o de homosexualidad.
Incluso, Adamari López, actriz y presentadora puertorriqueña en la televisión de Miami, perdió parte de su "puertorriqueñidad" ante el público de la isla simplemente porque desarrolló un español más refinado e internacional para los medios de Estados Unidos. Así de bajo es el estándar.
Lo irónico es que Puerto Rico interpreta la influencia del inglés como una amenaza a su identidad cultural, pero maltrata el mismo idioma que le permite seguir siendo parte de América Latina. Defiende el español como bandera, pero lo usa como trapo.
Maripily no habla mal; habla como se hace en la isla. La única diferencia es que ella tiene micrófono y lentejuelas. Bad Bunny no es una anomalía lingüística; es el modelo a seguir. Y aunque no sea maestro de español, es alguien a quien los jóvenes imitan. Si Bad Bunny balbucea y conquista el mundo, entonces, por lógica boricua, la corrección lingüística puede irse al carajo. Celebremos la mediocridad ante el mundo con bandera puertorriqueña, ¿verdad?
Sí, soy irónico; lo sé. Sin embargo, desafortunadamente, esa también es la impresión que da Puerto Rico en Estados Unidos. Solo que en la isla no se han enterado o se ponen en la defensiva porque viven en una burbuja. Somos conocidos por el deporte, la música urbana, los certámenes de belleza, la sensualidad y los festivales ruidosos; casi nunca por el intelecto.
Por eso, detesto cuando me dicen en inglés “Puerto Ricans are hot” porque, aunque muchos lo vean como un cumplido, en realidad es una forma elegante de reducirnos al deseo, al cuerpo y a lo superficial. Yo prefiero que me digan “Puerto Ricans are intelligent” y con eso me conformo. Aunque para eso, primero, habría que dejar de balbucear.
Así que mi respuesta para el extranjero que corrigió a Maripily es simple: el problema no es ella, sino él por pensar que en Puerto Rico todavía se consulta el diccionario.
Comentarios
Publicar un comentario