Puerto Rico: Estadounidense para el reclutamiento militar y latino para el desprecio

r/PropagandaPosters - US Imperialism of the Philippines, Hawaii, Puerto Rico, and Cuba. Early 1900s
El Tío Sam disciplina a las colonias recién adquiridas (Tempranos 1900s)

 

Por primera vez en la historia de Estados Unidos, las personas blancas representan menos del 60% de la población. No se trata de una invasión, como repiten algunos discursos alarmistas, sino de un cambio demográfico inevitable. La población blanca envejece y su tasa de natalidad disminuye, mientras los latinos, jóvenes y fértiles, crecen exponencialmente.

El giro demográfico ya se percibe incluso en los estados históricamente más blancos y también en las escuelas. Según el Centro Nacional de Estadísticas de la Educación, entre 2012 y 2022 el porcentaje de estudiantes blancos en las escuelas públicas cayó del 51% al 44%, mientras que el de latinos subió del 24% al 29%.

Sin embargo, ese crecimiento numérico no ha significado equidad. Los latinos siguen siendo uno de los grupos más explotados del país, no solo por su estatus migratorio, sino por el tipo de trabajos que realizan: empleos básicos, mal pagados y sin garantías laborales. Y mientras tanto, las élites blancas, tanto republicanas como demócratas, se benefician de su trabajo. Para las élites no hay redadas ni miedo. La ley siempre cae sobre el más pobre, visible y descartable.

Esta historia no es nueva. Los inmigrantes explotados de hoy fueron los puertorriqueños del ayer. Entre 1940 y 1960, más de 820,000 puertorriqueños emigraron al continente, muchos reclutados directamente desde la isla para ocupar los puestos más duros y peor pagados en el noreste.

La emigración puertorriqueña no fue espontánea, sino una estrategia conjunta entre Washington y el gobierno de Puerto Rico. Estados Unidos buscaba mano de obra barata sin lidiar con el sistema migratorio y el gobierno puertorriqueño deseaba exportar la pobreza que la Operación Manos a la Obra no logró absorber con suficientes puestos de trabajo para los agricultores desplazados por la industrialización.

Los puertorriqueños se establecieron en Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Connecticut, Rhode Island, Massachusetts e Illinois. Trabajaron en fábricas textiles, empacadoras de carne, lavanderías industriales, manufactura liviana y agricultura.

Los puertorriqueños llenaron un vacío económico, pero fueron tratados como ciudadanos de segunda clase: sin poder político ni respaldo sindical y constantemente estigmatizados.

Hoy, el sistema opera bajo la misma lógica. Solo han cambiado las nacionalidades y el estatus legal. En lugar de ciudadanos coloniales, ahora son migrantes sin papeles. Pero la función social que cumplen es la misma: sostener, desde abajo, una economía que no quiere pagar el costo de su propia riqueza.

Y lo más irónico es que muchos de estos nuevos migrantes tienen hijos nacidos en Estados Unidos. Estos niños, con ciudadanía estadounidense protegida por la Constitución, acceden a escuelas públicas, Medicaid, estampillas de alimentos y vivienda subsidiada. Eso ha generado un resentimiento profundo en sectores blancos de clase trabajadora que, en vez de cuestionar a los ricos y evasores fiscales, descargan su rabia sobre familias que apenas sobreviven.

La elección de Donald Trump surge bajo este contexto de frustración blanca. El extremismo blanco vio las políticas migratorias de Biden como otra amenaza que aceleraría el crecimiento de la población latinoamericana y Trump apeló al temor de perder el control de Estados Unidos. 
Es de ahí que nace la motivación para recortar beneficios sociales y proponer la abolición del Departamento de Educación. No se trata una preocupación fiscal, sino una guerra cultural contra un país que ya no se parece al que los blancos recuerdan.

Los actuales acontecimientos deben confrontar a cada puertorriqueño con una pregunta urgente: ¿De qué lado de la historia estamos? ¿Del lado de los blancos extremistas, que nunca nos verán como iguales, aunque tengamos ciudadanía estadounidense? ¿O del lado de los migrantes pobres de hoy, que caminan el mismo camino que nosotros recorrimos hace décadas?

Debemos recordar que Estados Unidos ha tratado a los puertorriqueños que han servido en sus guerras sido como distintos. El Batallón 65 de Infantería, mejor conocido como los Borinqueneers, fue un batallón segregado racialmente.

En la Primera Guerra Mundial, en la Segunda y en Corea, los puertorriqueños lucharon con uniforme estadounidense, pero sin igualdad de trato. Esa es la prueba histórica de que nunca Estados Unidos nos ha visto como iguales, aun cuando los nuestros han derramado sangre por su bandera.

Algunos puertorriqueños han comprado la falsa idea de que, por hablar inglés o servir en el ejército, son diferentes. Sin embargo, ni los papeles, ni el uniforme, ni la bandera salvan del prejuicio cuando el país necesita culpables. Ser puertorriqueño hoy exige memoria. Y esa memoria nos debe empujar, no hacia el privilegio prestado, sino hacia la solidaridad con quienes hoy son perseguidos por las mismas razones que antes nos marcaron a nosotros.

Así que, sin ánimos de división política y ante este clima social, los puertorriqueños debemos preguntarnos con honestidad: ¿aceptará Estados Unidos a Puerto Rico como su estado 51, sabiendo que el 98% de la población es latina y que casi el 80% no domina el inglés? Aceptar a Puerto Rico implica admitir que el español, la latinidad y el colonialismo han sido parte del país. ¿Está preparado Estados Unidos para verse en ese espejo?

A la hora de la verdad, es el Congreso quien decide si Puerto Rico se convierte en estado; ni siquiera es la voluntad de los puertorriqueños. ¿Acaso no es eso lo que la historia nos ha demostrado desde 1899, cuando José Celso Barbosa fundó el movimiento por la anexión como estado? Puerto Rico es el espejo que Estados Unidos evade mirar porque a los estadounidenses nunca se les ha enseñado su historia colonial desde la perspectiva del colonizado.

Ahora que surgen los disturbios en Los Ángeles, siento curiosidad en conocer el enfoque del currículo escolar en las escuelas de California relacionado con la historia de ese estado porque, si es como la historia de Puerto Rico que se enseña en las escuelas de la isla, los blancos son los salvadores sin contar el despojo cultural y racial que significó la supuesta salvación.

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